jueves, 30 de junio de 2016

El yoga enfocó mi vida



El yoga fue la vía, a través de la cual, comencé a ver la luz que tanto necesitaba. Mi vida se fue hospedando en una profunda oscuridad y una pegajosa tristeza que me invitaba a pensar en el suicidio casi a diario.

La ansiedad, el miedo y las ganas de morir eran mi dieta diaria y poco a poco mi cuerpo comenzó a acompañar a mi mente para, aprovechando cualquier situación contextual, castigarme o flagelarme sin pausa.

Para mí, relacionarme con los demás era un abismo que evitaba si quiera plantearme y mucho menos desarrollar. Por lo que los días se dividían en dos partes, cuando estaba durmiendo, cosa que trataba de alargar y disfrutar, y cuando estaba despierto (o por lo menos aparentemente) confinándome en el sufrimiento y la tortura mental.

Ahora, desde la nueva perspectiva que la práctica del yoga me ha proporcionado, empiezo a entender el lugar donde se desenvuelve todo, la mente para, con presencia, abordarla aprendiendo a desenvolverme en esta dimensión física.

Miro a mi alrededor y veo que muchas personas viven en un estado parecido al que yo transitaba, pero con una dosis más pequeña de sufrimiento a la que yo me sometía, que están perdidas en los juegos del ego.  

Ahora comprendo mejor como funciona mi mente, pudiendo atajar las arremetidas del ego y sus juegos. Ahora soy más consciente de haber creado un ego imaginario que me impide, si se lo permito , vivir en armonía.

Gracias a la presencia, la capacidad de observación y el buen uso de mi poder personal que la práctica de yoga inyecta en cada nuevo día, puedo decir que vivo, estoy y comparto de una nueva forma, más real, más completa, más satisfactoria.  



Gracias